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Hundirse o pelear: mi camino a la plaza.

            Lo decidí en octubre, mientras estaba de baja por la muy dolorosa pérdida de un familiar de forma inesperada. Sentí, de repente y con total claridad, que mi etapa en la educación privada había llegado a su fin. Trabajaba en uno de los mejores colegios de España 🎓, un centro que invertía en mí enviándome a congresos de educación, incluso en el extranjero. Donde he hecho mejores amigos que conservo. Donde aprendí muchísimo sobre metodologías activas y donde trabajaba 100% del tiempo en inglés.

Pero, a pesar de todo, el nivel de exigencia desbordante, la falta de autonomía para tomar mis propias decisiones y un salario que no compensaba las largas horas de trabajo hicieron que, tras ocho años en la privada, supiera que era el momento de cerrar ese capítulo.

💻 Entré en Google y busqué opciones para preparar la oposición. Como muchos, aterricé en la academia más conocida. Un mes después, supe que necesitaba una preparación más personalizada. Recurrí a los grupos de Facebook, y ahí, en medio de tantas publicaciones, apareció Elena, mi opocompi y una de mis mejores amigas ❤️ a la que quiero muchísimo. Me habló de una preparadora que daba clases en su salón. Y ahí que fui.

🔄 Así comenzó mi rumbo a la plaza. Me entregué a este proceso con determinación absoluta. Porque sí, la oposición es un reto lleno de sacrificio.

📚 Mis días entre semana consistían en trabajar hasta las 17:15 como tutora de 5º de primaria, dormir una power-nap (muy necesaria) de 15 minutos 😴, tomar un café ☕ y pasar de 18:00 a 22:00h en la biblioteca de al lado de casa. Cenaba tarde y me iba a la cama agotada, lista para repetir al día siguiente.

🌟 Los fines de semana los cogía con ganas: por fin podía estudiar sin tener el cerebro frito de dar clase. Lo cierto es que no quería pensar y la oposición era una salvación en este sentido.

🏃‍♀️ El deporte, que siempre había sido parte de mi vida, quedó relegado a alguna ruta de senderismo los domingos 🌿. Error. Tampoco fui a terapia, y es algo de lo que me arrepiento, pues la necesitaba. Hay que intentar no llegar al examen como zombis; recuérdalo.

📚 Llegó Semana Santa y tomé la decisión de quedarme sola en casa sin ir a mi tierra. Aproveché cada minuto para estudiar; todo el día en la biblioteca, móvil en el coche 📱🚫 y mucha agua y frutos secos 🍴. En abril, mi cuerpo y mi mente dijeron basta 💩 . La presión, el duelo, el esfuerzo sostenidoNo podía más. Pasé días en los que solo podía tirarme en el sofá tras trabajar. Mi motivación desapareció por completo y la oposición, que aún se veía lejana, se convirtió en algo imposible de alcanzar.

🔥 Hasta que un día, cansada de estar mal, tomé conciencia de los meses de esfuerzo que llevaba a mis espaldas y me puse en pie. Lo hice por mí. Queria superarme. Mi mantra era ahora o nunca. Entré en mi sprint final como si fuese un robot, bloqueando mi parte emocional y enfocándome solo en completar mi lista de tareas diaria; olvidándome de la plaza. Me exigí hasta el límite porque tenía muy claro que lo quería intentar dando mi 100%.

🤔 Algo que me motivó muchísimo, aunque sea irónico decirlo, fue escuchar por parte de varias personas durante mis meses opositando, que la plaza a la primera era imposible. Yo sabía, muy dentro de mí y a pesar de mis momentos de crisis y pensamientos intrusivos, que sí podría lograrlo.

🚀 Y lo que pasó después… bueno, esa historia merece que te la cuente bien otro día.